(1892-1938)
Poetisa y escritora argentina
Alma desnuda
Soy un alma desnuda en estos versos,
Alma desnuda que angustiada y sola
Va dejando sus pétalos dispersos.
Alma que puede ser una amapola,
Que puede ser un lirio, una violeta,
Un peñasco, una selva y una ola.
Alma que como el viento vaga inquieta
Y ruge cuando está sobre los mares,
Y duerme dulcemente en una grieta.
Alma que adora sobre sus altares,
Dioses que no se bajan a cegarla;
Alma que no conoce valladares.
Alma que fuera fácil dominarla
Con sólo un corazón que se partiera
Para en su sangre cálida regarla.
Alma que cuando está en la primavera
Dice al invierno que demora: vuelve,
Caiga tu nieve sobre la pradera.
Alma que cuando nieva se disuelve
En tristezas, clamando por las rosas
Con que la primavera nos envuelve.
Alma que a ratos suelta mariposas
A campo abierto, sin fijar distancia,
Y les dice libad sobre las cosas.
Alma que ha de morir de una fragancia,
De un suspiro, de un verso en que se ruega,
Sin perder, a poderlo, su elegancia.
Alma que nada sabe y todo niega
Y negando lo bueno el bien propicia
Porque es negando como más se entrega,
Alma que suele haber como delicia
Palpar las almas, despreciar la huella,
Y sentir en la mano una caricia.
Alma que siempre disconforme de ella,
Como los vientos vaga, corre y gira;
Alma que sangra y sin cesar delira
Por ser el buque en marcha de la estrella.
(1889-1957)
Poetisa, diplomática, profesora y pedagoga chilena
Piececitos de niño,
azulosos de frío,
¡cómo os ven y no os cubren,
Dios mío!
¡Piececitos heridos
por los guijarros todos,
ultrajados de nieves
y lodos!
El hombre ciego ignora
que por donde pasáis,
una flor de luz viva
dejáis;
que allí donde ponéis
la plantita sangrante,
el nardo nace más
fragante.
Sed, puesto que marcháis
por los caminos rectos,
heroicos como sois
perfectos.
Piececitos de niño,
dos joyitas sufrientes,
¡cómo pasan sin veros
las gentes!
(1948- )
Poeta, novelista y ensayista nicaragüense
EL TIEMPO QUE NO HE TENIDO EL CIELO AZUL
quien no sabe que a esta altura
el dolor es también un ilustre apellido
Mario Benedetti
El tiempo que no he tenido el cielo azul
y sus nubes gordas de algodón en rama,
sabe que el dolor del exilio
ha hecho florecer cipreses en mi carne.
Es dolor el recuerdo de la tierra mojada,
la lectura diaria del periódico
que dice que suceden
cada vez más atrocidades,
que mueren y caen presos los amigos
que desaparecen los campesinos
como tragados por la montaña.
Es dolor este moverme en calles
con nombres de otros días, otras batallas,
de otros personajes que no son de mi historia.
Es dolor caminar entre caras desconocidas
con quienes no puedo compartir un poema,
hablar de cosas de la familia
o simplemente despotricar contra el gobierno.
Es dolor llegar hasta el borde,
ver de lejos el lago,
los rótulos en la carretera: Frontera de Nicaragua
y saber que aún no se puede llegar más allá,
que lo más que se puede es empinarse
y tratar de sentir el olor de las flores y campos y quemas.
Es dolor,
pero se crece en canto
porque el dolor es fértil como la alegría
riega, se riega por dentro,
enseña cosas insospechadas,
enseña rabias
y viene floreciendo en tantas caras
que a punta de dolor
es seguro que pariremos
un amanecer
para esta noche larga.
(1924-2018)
Escritora, poeta, narradora, ensayista y traductora nicaragüense
Saudade
Quisiera creer
que te veré otra vez
que nuestro amor
florecerá de nuevo
quizá seas un átomo de luz
quizá apenas existan tus cenizas
quizá vuelvas
y yo seré cenizas
un átomo de luz
o estaré lejana.
No volverá a repetirse
nuestro amor.